Santa María: Ayer una Flota de Taxis, Hoy un Barrio Famoso

16.04.2008 21:28

Las tierras baldías de Santa María se poblaron por algo similar a una feria alemana, no precisamente carnavalesca sino Gitana, en la que no había mujeres piernas largas, ni duendes, ni toldos de colores, sino actores que hablaban en otro idioma, mujeres y hombres de vestimentas raras y grandes carpas de lona verde que conformaban el escenario.

Santa María se conformaba de mangas a las que llegaron, mucho antes de la urbanización, un gran número de familias de Gitanos buscando suerte, levantando sus toldos y plantando sus tradiciones. A finales de los años 60 un grupo de personas que vivía aislada de la gente y que sólo se determinaba en su propia lengua, comenzó a plantar sus carpas en aquellos terrenos. Eran seres misteriosos pero hermosos, de talante pacifico y de una calculada indiferencia.

En estas tierras se veían mujeres llenas de trapos, faldas largas y con estampados algo extravagantes. Llevaban pañoletas en la cabeza, cabello extenso, aretes largos, la mayoría maquilladas y algunas con un lunar preponderante en el rostro. Su trabajo era cuidar de los hijos o salir a decir la buenaventura. También había hombres con botas de tacón, sombrero alado y grandes patillas que se la pasaban alimentando y bañando caballos para negociarlos o moldeando pailas de cobre para venderlas.

--“El Romaní es su lengua, un idioma extraño y complicado de entender por que tiene vocablos Iraníes, Armenios, Húngaros, Eslavos y de otras lenguas europeas, pero en este lenguaje aún los Gitanos dialogan, piensan, sueñan, rezan y blasfeman”— Dice doña Amparo, una antigua Gitana que dejó de serlo.

Hoy, este barrio es reconocido por ser el único lugar en el que la mayoría de familias Gitanas vivieron y convivieron con sus vecinos “no Gitanos” en una cierta indiferencia. Se acostumbraron a ir a las mismas tiendas, visitar las mismas heladerías, cruzar las mismas calles y los niños asistir a la misma escuela.

-- Mauricio Zapata un habitante del barrio, dice que anteriormente se creía que los Gitanos robaban. Él recuerda cuando su madre le decía: “si te sigues portando mal te dejo en la calle para que te roben los Gitanos”. También, cuando alguna mujer se acercaba a decir la buenaventura, las señoras apretaban sus bolsos y cuidaban sus joyas”--

ENTRE TOMATERAS Y GUAYABOS
Este barrio comenzó a crecer alrededor de varias quebradas y sobre terrenos enlagunados en el año de 1964. Además de ser una extensión de tierras baldías también tenía su parte sembrada por tomateras, guayabos y árboles de naranjas.


En este lugar donde han sido tradicionales los Galpones con sus ladrillos y tejas de barro, se comenzó a edificar la primera urbanización. En Junín con Ayacucho existían unas oficinas (Oficinas Roca) a las cuales pertenecía una constructora llamada “Con su casa”. Esta comenzó a invadir los terrenos y a comprar manzanas para levantar una gran urbanización que les brindaría a los primeros pobladores una estadía segura y muy central, ya que estaría ubicada cerca del Municipio de Itagüí.

---“Ésto tenía muchísimas vacas, era bastante grande y la gente venía de otros sectores con sus paseos de olla, por que en la parte de atrás, de la zona residencial, está el sector de la Guayabala, lugar donde había agua limpia y donde los muchachos hacían charcos para nadar”— dice Don Luis Eduardo Ortíz un señor de 78 años que siempre ha vivido en el barrio

Los primeros propietarios venían de barrios como Belén, Manrique, Aranjuez, Envigado, Bello, San Ignacio, del mismo Itagüí y de pueblos tales como Santa Bárbara, Betulia y la Estrella. Gracias a sus inversiones y a la de los Gitanos se construyeron casas sin muros interiores como sus antiguas carpas, sólo livianas cortinas separaban los espacios; mientras que los demás habitantes disfrutaban la estadía en sus casas grandes, de techo y unifamiliares en aquel barrio de estrato 3 que prometía ser un buen vividero.

Don Guillermo Correa ha permanecido en el barrio durante 62 años y él dice:

--“…Recostada al manzanillo como una diosa dormida, es una ciudad querida de gente cosmopolita, que acoge con efusión al que al ver le solicita. Tiene a sus pies un riachuelo llamado doña Maria, en otro tiempo su orgullo y su fuente de energía. Aquí la industria textil tiene sus grandes baluartes, y las pequeñas industrias se encuentran por todas partes. Es una ciudad querida para el pueblo y el trabajador y hay buenas oportunidades para el hombre emprendedor. Quiere usted invertir en un negocio cualquiera, llegue no más hasta aquí y encontrará lo que quiera…”--

En los años 30 el terreno del actual barrio se llamó San Fernando donde se ubicaron un Coliseo y el Estadio del mismo nombre que fue el antecesor del Atanasio Girardot. Luego en los 40, se plantó el Hipódromo, y hoy, justo en ese punto, queda ubicada la Central Mayorista.

---“…Parece que el nombre que recibió el barrio se debe a la flota de taxis y buses que Don Jorge Pareja fundó en Itagüí llamada La Rápido Santa Maria”--- dice Jorge Iván Muñoz, hijo del primer Director de la Acción Comunal del barrio.

Esta pequeña ciudad ha sido fragmentada en tres sectores: Santa María #1 (La Unión, El Rosario, El Tablazo, Balcones de Sevilla, Ferrara, La Aldea, Santa María la Nueva, Loma Linda), Santa María #2 (San Fernando, La Hortensia, Viviendas Del Sur, La Raya) y Santa María #3 (Simón Bolívar, La Esmeralda, La Posada)

--“Lo único que había pavimentado en esa época era la autopista y la carretera a Itagüí, llamada la Carretera Vieja. El resto de las calles eran destapadas así que se tuvo que entramar cuadra por cuadra”--. Dice Luis Eduardo Ortiz.

Con el paso del tiempo las mangas que una vez fueron lagunas se convirtieron en tierra de Gitanos, quienes fueron dejándole el espacio a lo que es hoy el sector textil por excelencia del valle del Aburrá.

LA CALLE DE LOS MANIQUÍS
Lo que se llama hoy como vía de la moda fue al comienzo una carretera de dos carriles, destapada, por donde subían los automóviles de transporte y los carros de escalera hacia San Antonio de Prado y hacia Armenia Mantequilla. Mas tarde, esta Carretera Vieja se convirtió en la Calle de los Maniquís y hoy se le conoce como la Vía de la Moda. Sin pensarlo, esta avenida se amplió y fue haciendo de este sector el más representativo lugar en asuntos de la confección y la moda.

--“A finales de los años 70 habitaron en el sector unas señoras que fueron las primeras en trabajar confecciones. Ellas hacían blue jeans, pantalones y los ponían en las ventanas para hacer las ventas del día”— dice Luis Eduardo Ortiz

Hoy es bien difícil encontrar a lo largo de la carrera 52D, una casa de familia. Ya casi todo es comercial, pequeñas fábricas o centros de confección; por los cuales los fines de semana, incluso desde el Jueves en la tarde empiezan a llegar las personas para recorrerse todas las cuadras de almacenes y para subir y bajar por la avenida desde el Parque las Chimeneas hasta Tortas y Tortas haciendo sus compras.

LA PISTA DE ATERRIZAJE
El fuerte olor a quemado de aquellos 5 muertos que sacaron totalmente calcinados y tiesos de la avioneta, el silencio intenso de la gente que tan sólo observaba detrás de las cintas de seguridad y las caras de desesperanza de los tres empleados de Postobón era lo único que se percibía en el lugar de la tragedia.

Una avioneta Cessna mono-motor tipo 202 identificada con matricula HK 1444 y afiliada a la empresa de transporte aéreo del Baudó, cayó el 8 de Agosto de 1995 sobre la carrera 50 con calle 74 del barrio Santa María número dos por culpa de unas fallas mecánicas que impidieron que el avión retornara en el aeropuerto Olaya Herrera y chocara contra un camión de gaseosa Postobón. El accidente ocurrió hacia las 6 de la tarde.

Doña Fernanda, una señora que habita una de las casas afectadas dice que --“en el momento del accidente se escuchó una fuerte explosión y de inmediato se cortó el fluido eléctrico”—

Los tres trabajadores pálidos por el susto, con los labios y las manos temblorosas,
algunas gotas de sudor en sus frentes y con los ojos desorbitados por la sorpresa y por lo absurdo de la situación, narraron una y otra vez el milagro de estar vivos y la mala suerte de quienes yacían bajo los escombros.

--“El aparato venía a baja altura y de repente se incendió. Parece ser que el piloto trató de aterrizar pero la nave se consumió en cuestión de segundos por las llamas y fue a parar contra el camión de gaseosas”— dice Antonio José Vargas--“Al caer la avioneta arrasó parte del techo de una vivienda, causó algunos incendios leves en árboles y tiznó ciertas puertas blancas de algunas casas”--

El incidente dejó a cinco muertos, dos menores de edad con lesiones y tres heridos, de los cuales, dos murieron y uno sobrevive con su cuerpo desfigurado.

Antonio José Vargas, uno de los accidentados, fue remitido inicialmente al hospital Manuel Uribe Ángel de Envigado, pero ante la gravedad de sus lesiones fue trasladado a cuidados intensivos de la Unidad de Quemados del Hospital San Vicente de Paúl, y todo por una llamarada de fuego que lo alcanzó mientras caminaba por la calle con destino hacia su casa. Las consecuencias fueron quemaduras de tercer grado por todo el cuerpo y la zozobra de poder volver a observarse en un espejo.

EL TAXISTA HONRADO
Don Gustavo Castro despertó interés entre la gente, o por lo menos curiosidad por saber quién fue el hombre –honesto o estúpido- que se atrevió a devolver una billetera repleta de dinero. Es un hombre menudo, bonachón, de aspecto amable y sencillo que viene de una familia numerosa, conservadora y de estrato puramente campesino.

Este hombre una semana después de hacer una carrera en su taxi a una pareja de españoles que se transportaban desde el Aeropuerto José María Córdova hacia el barrio Simón Bolívar, se encontró en su asiento trasero una billetera cargada de dólares, pesetas y cheques viajeros que sumaba, mas o menos, veinte millones de pesos, pero que al parecer no era suya y decidió devolverla. Uno de sus amigos le dijo: --“Éste si es mucha pelota”—pero él le respondió:

--“lo ajeno no hay porqué cogerse, además la plata que no se gana de manera honrada no es buena” --

Don Gustavo no supo cómo una semana después se regó la noticia, lo llamaron de todas las cadenas de radio nacionales, los periódicos lo contactaron y le tomaron fotos a él y a su familia, los corresponsales de televisión lo buscaron afanosamente para sacarle una nota, las agencias internacionales rebotaban la noticia con un directo titular y los vecinos no cesaron de tocar la puerta todo el día para felicitarlo.

Hoy después de ser reconocido, y después de ser un pensionado más de la Caja Agraria, Don Gustavo dice: --“yo soy un simple taxista y con una noticia de éstas, veo que cualquiera puede hacer algo por Colombia”--

LA ZONA ROSA DE ITAGUI
A Santa María la rodean por el Norte el Parque de las Chimeneas, por el Occidente los Tejares y las fabricas de Ladrillos, por el Sur Coltejer y Sedeco y por el Oriente el Seguro Social y la Central Mayorista de Antioquia.

--“yo diría que Santa María, en especial la carrera 52 es la zona rosa de Itagüí, por que allí se encuentra la mayor cantidad de bares, tabernas, discotecas, negocios comerciales…”— dice Jorge Iván Muñoz

Hoy la avenida es la calle mas concurrida por que ofrece cerca de cien negocios comerciales mezclados entre locales de comidas rápidas, billares, casinos, heladerías, discotecas, bares y tabernas. Se escucha cualquier música, hay para todos los gustos, desde Vallenatos, Reggaetón, Trans, Boleros, Rock, Salsa, entre otros. El permiso es hasta las dos de la mañana, tiempo en el que se bebe licor desmedidamente, deambulan por las calles menores de edad y en el cual comienza la mejor hora de trabajo para las prostitutas que trabajan en la calle 85 cerca de la Plaza Mayoritaria.

Desde épocas anteriores las heladerías eran los lugares de diversión, ya que ni los juegos de cartas ni los billares existían. La avenida 52 era muy concurrida por que había cerca de 30 establecimientos que ofrecían un ambiente agradable para las parejas, con Pianos de mesa o Rockolas que sonaban Boleros y Baladas, algunos con pistas de baile y en los cuales el permiso era hasta las 12 de la noche y donde se bebía cerveza, gaseosa, jugos, aguardiente o ron.

Pero actualmente para los habitantes de Santa María una de las mayores preocupaciones llega a las horas de la noche los fines de semana cuando sus jóvenes salen a rumbear y se pierden bajo los efectos de la música, el licor y en ocasiones de la droga, ésa misma que consiguen en el expendio mas famoso del barrio que ha permanecido ahí, en el mismo lugar, por mas de 15 años.

--“Allí en una casa de dos pisos, por entre una ventana medio abierta y que tiene una cortina verde oscura, se consigue el mejor perico y la marihuana mas barata”— dice Juan Carlos Ramírez “el Coyote”

En este barrio los jóvenes a diario se visten como si todos los días fueran sábado, las noches son alegres y se hace divertida cuando se observa a Pedro “el loco” bajando por la avenida en su bicicleta sin llantas, “en los meros rines”, o cuando “Don Carlos Mancione” baila al ritmo del Pirulino con su muñeca “Carolina” en algún establecimiento, o cuando “Carlanga” pasa vendiendo el último número en chance antes de entregar los talonarios en apuestas Furia.

“Hoy Santa María por su desmedida comercialización pasó de ser un barrio residencial y tangible a una zona comercial e insegura. Se pasó del Bolero al Reggaetón, del romanticismo al parche y del enamoramiento a la bluejeaniniada; sin embargo, mientras nuestros hijos sigan en las calles expresando sus placeres, nosotros los padres seguiremos en casa pensando: “…hay, esta juventud de ahora…” dice Jorge Iván Muñoz

 

Catalina Zapata

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